Hace ya unos años se empezaron a poner de moda arquitecturas de red, debido a las múltiples ventajas que ofrecían en el entorno empresarial privado o incluso en el entorno público. Cada vez más software cuenta con esta estructura ya que, por ejemplo, democratiza la tecnología a todas las empresas, independientemente del presupuesto que dispongan para sus recursos tecnológicos. En este post quisiera explicar de forma sencilla una de las más conocidas arquitecturas de red, que no es otra que la arquitectura cliente-servidor.
Como podemos intuir por su nombre, los elementos principales de esta arquitectura son dos: El elemento cliente y el elemento servidor. Para que nos entendamos os voy a poner un ejemplo:
Un trabajador se dispone a trabajar con una base de datos con arquitectura cliente-servidor desde su ordenador de la oficina. En este caso concreto, el cliente sería el ordenador de la oficina, y el servidor sería el “repositorio” donde se encuentren los datos de dicha base. Hay que tener en cuenta que dicho repositorio tiene la capacidad de distribuir sus datos bajo la demanda del cliente. Por lo tanto, esta arquitectura está basada en la premisa de que el usuario final en contacto con el “cliente” realiza peticiones, y un servidor le responde. ¿Parece sencillo no? Pero me gustaría ahondar en que supone esto. Para ello vamos a desgranar brevemente las características de los clientes y las del servidor.
Respecto al cliente:
- Posee un papel activo en la comunicación ya que es el que realiza las peticiones. Se le considera el dispositivo maestro o amo
- Su papel es el de recibir las respuestas del servidor. Estas respuestas suelen ser en tiempo real
- Es el dispositivo utilizado por los usuarios para la realización de sus tareas
Respecto al servidor:
- Tiene un papel pasivo, ya que espera a que se realicen las peticiones. Se le considera el dispositivo esclavo
- Su papel es el de procesar y enviar respuestas a las solicitudes del cliente
- Suele permitir la conexión de varios clientes a la vez
En definitiva, esta forma de trabajar permite que el cliente y el servidor no tengan por qué estar geográficamente en el mismo lugar, facilitando por lo tanto la transmisión de la información, y rompiendo barreras que permiten por ejemplo, vincular un software con esta estructura a soluciones de movilidad. De esta forma, se abre un abanico de posibilidades que ofrecen la capacidad de optimizar el trabajo y sobre todo el tiempo. En CEESA disponemos una gran cartera de soluciones informáticas de gestión empresarial con arquitectura cliente-servidor.